Quinto Penalti #15: César

muñiz fernández

César Muñiz Fernández (Bruselas, Bélgica, 1970) es la primera persona vinculada al arbitraje que comparte sus reflexiones con Quinto Penalti. Es objetivo de esta web de entrevistas dar cabida a todas las sensibilidades existentes en el fútbol, y una de las menos popularizadas ha sido perennemente la del encargado de impartir justicia en los partidos.

Es difícil, muy difícil ser árbitro de fútbol. Convivir desde que empiezas con la lupa bajo la que todos te observan es una tarea complicada si hablamos del primer nivel. Muñiz Fernández lo hizo durante catorce años en Primera División, hasta 2014, una experiencia que completó con siete años como árbitro internacional e incluso una experiencia como colegiado en la liga rumana, en 2009. Exmiembro del Comité Asturiano, Muñiz analiza a continuación algunos aspectos relacionados con la profesión de árbitro y reflexiona sobre la llamada de la tecnología a las puertas de su antiguo oficio.

¿Qué tal la vida retirado, más tranquila?

Bien. Cuando te retiras del arbitraje lo asumes, porque sabes que el árbitro de Primera División en España se tiene que jubilar a los cuarenta y cinco años, así que ya lo tienes mentalmente preparado. Sabes que tienes ‘fecha de caducidad’ y por lo tanto, no es algo que te llegue de golpe, lo asimilas muy bien.

¿El cambio? Existe, lógicamente, porque estabas acostumbrado a una rutina de entrenamientos, viajes, concentraciones y partidos, y como todo deportista, eso te hace estar en una burbuja, en una nube y no estar con los pies en el suelo, porque estás para adelante y para atrás con la maleta de una sitio para otro. Pero a partir de ahora tienes tu tiempo libre, tienes tu vida para organizarte y para marcarte también otros objetivos, porque al final tienes cuarenta y cinco años y todavía eres muy joven.

¿Es muy movida la vida del árbitro?

Sí, sí. Ya en Segunda B empiezas a viajar bastante, en mi caso por Galicia, País Vasco, Cantabria, Madrid… Y luego ya haces la función de cuarto árbitro y te pasas los fines de semana alternando entre arbitrar o viajar de cuarto, así que te queda poco tiempo libre para ti, porque también sueles pitar en partidos infantiles o juveniles. Por lo tanto estás dedicado completamente al arbitraje, y sí es verdad que cuando más arriba llegas en esta profesión, más partidos tienes, más viajes tienes, más compromisos, más semanas ocupadas, más días… Es un pequeño trajín, pero bueno, si te gusta, lo haces por disfrute al final.

«No se puede entender el error del futbolista como algo natural y el error del árbitro como algo intencionado»

Tras haber colgado el silbato, está centrado en el negocio de la hostelería en Gijón y es comentarista arbitral en el programa ‘Tiempo de juego’ de la Cadena COPE. ¿Cuál es su actual relación con el arbitraje profesional?

Desde que dejé de arbitrar decidí no seguir en la Federación Española de Fútbol y quedarme un poquitín al margen. Pasé un tiempo por 13 TV y por RNE antes de llegar a la COPE, donde estoy muy a gusto, muy contento en un programa líder que ama el fútbol y que me da la oportunidad de poder transmitir esos aspectos del arbitraje que el aficionado no conoce, ya no solo el acertar y fallar, sino también el porqué de determinadas situaciones. Esto me da la posibilidad de lograr que el oyente sepa un poco más de la figura del árbitro, que siempre es la gran desconocida en el fútbol.

Hacer este tipo de análisis es bueno para el colectivo arbitral y para la sociedad. Muchas veces se ve al árbitro como un punto sospechoso: nadie conoce su vida, lo que hace en el día a día… Al final, el árbitro es un deportista más, como un futbolista, tiene sus días buenos, sus días malos, unas veces se encuentra mejor, otras peor, el aspecto psicológico es también importante… Hay que englobarlo como parte del juego, así que no se puede entender el error del futbolista como algo natural y el error del árbitro como algo intencionado; hay que erradicar esas cosas. El público en general tiene que entender que la figura del árbitro necesita de la misma ayuda y apoyo que cualquier otro deportista.

¿Cómo es el día a día de un árbitro, más allá de los fines de semana de partido?

Pues como el de cualquier deportista de élite. Estamos hablando de que un árbitro de Primera División, que es la liga más importante del mundo, requiere de unos hábitos y unas costumbres como cualquier deportista de cualquier modalidad, el tenis, el básket, el fútbol, el balonmano… Entrenamiento, buena alimentación, descanso… todo eso lleva a una buena salud para estar bien físicamente, para estar bien mentalmente y hacer los partidos semana a semana. En ese aspecto, es una rutina normal y corriente; también tienes que compaginarlo con tu vida familiar, con tu mujer, con tus hijos. Al final, eres una persona normal y corriente, pero con unos objetivos y una planificación diaria.

¿Cómo se lleva la presión de ser un árbitro en la élite?

Mucha gente me lo pregunta. El aspecto psicológico es una parte importante de la figura del árbitro, es decir, tienes que tener condiciones físicas y técnicas, pero ojo, también las psicológicas. De nada sirve que seas muy bueno técnica y físicamente si luego mentalmente no aguantas la presión.

¿Y qué pasa? El árbitro no llega a Primera División por generación espontánea, llega pasando por infantiles, regionales, Segunda División B, Segunda… y ahí ya te vas preparando mentalmente. Tú no saltas de repente a un campo de cien mil espectadores, vas a un campo de quinientos, pasas a mil, pasas a tres mil, a ocho mil, a diez mil… entonces poco a poco vas preparando ese aspecto mental, y esa es la manera de que, aparte de tu condición como árbitro, es algo que tú puedes entrenar y mejorar, está claro.

¿Le parece injusta la crítica que hace la opinión pública a los errores de los árbitros en comparación con los de un portero o un delantero?

Forma parte de ese concepto que llamamos ‘cultura deportiva’: vemos un partido de fútbol y entendemos que el fallo de un jugador es algo normal, y no pasa nada. Hace unos días, hemos visto en una semifinal de la Copa del Rey cómo un jugador importante fallaba un penalti que podía clasificar a su equipo para la final –Kévin Gameiro, en el partido de vuelta entre el Barcelona y el Atlético de Madrid– y no pasó nada; si el árbitro falla un penalti o un fuera de juego, ya se le crucifica.

«La polémica tiene que existir»

Ahí está la cultura deportiva que tenemos que tener. Es decir, tenemos que medir a los deportistas por igual, en este caso, al árbitro y al futbolista. Fallamos y acertamos porque somos humanos, y mientras lo seamos el error va a existir. Cuando haya máquinas será diferente, será todo perfecto, y a lo mejor no interesa que sea perfecto, porque si no, ¿de qué van a vivir los medios de comunicación deportivos de este país? Al final, la polémica tiene que existir.

Esa semifinal a la que se refiere dejó muy descontentos a ambos equipos con la actuación de Gil Manzano. ¿Considera exageradas todas esas quejas en contra de supuestos complots arbitrales?

La actuación del árbitro me pareció buena en líneas generales, pero está claro que todo es mejorable. Hay una jugada de fuera de juego que no es –un gol mal anulado a Griezmann–, pero una jugada muy justa, también hay que decirlo: no estamos hablando de una jugada de uno o dos metros sino de una jugada de línea, por lo tanto, es entendible el error. Está claro que al final el árbitro tomó muchas decisiones: seis tarjetas dobles que conllevan expulsión –a Sergi Roberto, Carrasco y Luis Suárez–, y eso con un partido con penaltis y fueras de juego hace que al final se vuelva loco, se vuelva intenso. Entonces claro, volcar toda la responsabilidad para el árbitro es injusto cuando un jugador falló un penalti y eso tuvo importantes consecuencias.

Cada uno tiene que tener su peso, su medida, no todo es para el árbitro. El árbitro toma decisiones, es un partido importante, una semifinal entre dos equipos que están entre los mejores de Europa, y eso genera mucho esfuerzo y también mucha controversia. Pero no podemos volcar todo sobre el árbitro, también los futbolistas fallan y aciertan; por lo tanto, todos tienen que asumir su responsabilidad.

Comentaba hace un momento que “todo sería perfecto” si arbitrasen máquinas. Ahora que se debate tanto sobre ella y parece que la LFP prevé incorporarla en un futuro, ¿cree que la tecnología puede ayudarles en su trabajo?

Siempre que la ayuda tecnológica sea recibida con inmediatez y con rapidez, creo que es bienvenida en el arbitraje. Lo que el árbitro quiere es mejorar el fútbol, que no haya errores, que el fútbol tenga el mayor porcentaje posible de aciertos. ¿Qué pasa?, que a veces hay situaciones en las que es imposible verlo.

Yo soy partidario de una tecnología donde la ayuda sea inmediata, es decir, el ‘gol/no gol’ como vemos en el tenis con el ojo de halcón. A través de un sensor, detecta si el balón atraviesa la línea y avisa inmediatamente al árbitro de que el balón entró: ¿es gol?, al mediocampo; ¿no es gol?, el juego continúa, no detienes nada. La tecnología donde tienes que consultar, parar el partido, ir a ver un vídeo, analizar la jugada… hace que pares el partido mucho tiempo, y el futbolista no quiere el juego detenido, quiere rapidez, inmediatez. Y el espectador, que paga cuarenta, cincuenta o sesenta euros por una entrada, no quiere ver cómo se juega solo unos veinte minutos, porque al final el juego es dinamismo, es rapidez. Yo creo que hay que buscar medios tecnológicos donde la respuesta sea inmediata.

En el Mundialito de Clubs vimos cómo un árbitro tuvo que parar el partido porque le habían avisado de una jugada previa –un gol en posición dudosa de Cristiano Ronaldo al América mexicano– un minuto y medio después. Tuvo que parar el partido, volver atrás, analizarlo, tomar la decisión… ¡se pasó tres minutos! Y mi pregunta es: si en ese minuto y medio en el que sigue el juego hay un penalti o una expulsión, ¿qué haces? ¿Vuelves marcha atrás y mandas volver al campo al jugador que está en el vestuario? Todo lo que quite segundos, segundos y más segundos al fútbol es una pérdida de tiempo, hay que intentar optimizar, intentar relativizar mucho y sobre todo, que las respuestas sean mucho más rápidas, por el bien del fútbol.

«Solo soy partidario de una tecnología donde la ayuda sea inmediata»

¿Por qué piensa que la polémica tiene que existir? ¿Es buena o no para el colectivo arbitral que la haya?

Claro que la polémica tiene que existir. En cualquier profesión, un trabajador tiene que saber que se equivoca y acierta: es buena la crítica constructiva, no el criticar por criticar. Es bueno criticar a un jugador o a un entrenador por una mala decisión que hayan podido tomar, pero basado en algo razonado, no por capricho, no por lanzar evasivas y crear dudas, eso no. Si creas dudas, dilo con nombres y apellidos, no crees mensajes que confundan a la gente.

La crítica es interesante, es positiva. Es buena para el árbitro porque te hace mejorar, porque al final somos seres humanos, y en toda faceta de la vida tienes que mejorar. Si crees que lo sabes todo, estás equivocado.

Semanas atrás, el histórico Marco van Basten propuso un revolucionario cambio del reglamento, con nuevas medidas entre las que se incluía la supresión del fuera de juego. ¿Qué le parece el fútbol que sugiere el holandés?

Van Basten fue un jugador de élite, un jugador importantísimo, está claro. Ahora está en la FIFA y quiere introducir cambios; al final, el cargo que tiene le obliga a intentar hacer cosas nuevas para que se sienta útil, perfecto.

Yo entiendo muy bien sus cambios, pero desde que nació en 1890, el fútbol ha sido un deporte casi perfecto. Ha ido evolucionando porque al final hay que evolucionar: no es lo mismo el fútbol de 1890 que el de 2017, pero yo creo que los cambios tienen que venir poco a poco, paulatinamente. Lo que no se puede hacer, como planteaba Van Basten, es diez cambios de repente, porque al final el futbolista no lo asume, es imposible asumir tantos a la vez que además son bastante bruscos.

Y efectivamente, aquí se habla de eliminar el fuera de juego, algo que sería una atrocidad. El fuera de juego forma parte del fútbol: es inteligencia, es táctica, es que el delantero o el defensa sepan hacer movimientos correctos con o sin el balón; si rompemos esa filosofía, rompemos el espíritu de juego. Y no olvidemos que si no hay fuera de juego, te pueden colocar a un jugador al lado de tu portero, tú poner a otro jugador al lado del portero rival y ponernos a patadones de ciento veinte metros de un área a otra, ¿eso es fútbol? Estaríamos viendo constantemente un partido de tenis en su lugar, cuando lo bonito es que haya interés por un 4-4-2, un 4-3-2-1… esas tácticas que nacen de la inteligencia y que hacen bonito al espectáculo del fútbol.

«Eliminar el fuera de juego sería una atrocidad. Forma parte del fútbol: es inteligencia, es táctica»

Van Basten también habla de reemplazar los penaltis de las tandas por shootouts, una especie de mano a mano entre el portero y el delantero en carrera que ya fue probado en el fútbol estadounidense en los años noventa.

Hay deportes que encajan muy bien en otros países. Hace poco se jugó la SuperBowl, un partido que mueve muchísimo dinero, pero claro, es América. Allí se admite muy bien la publicidad en los tiempos muertos, los descansos… el fútbol americano es un deporte que tiene esa mentalidad. Pero lo que allí llaman soccer no se admite, porque al final esa mecánica no es concebida por la cultura deportiva que hay allí.

Entonces, hay aspectos de Van Basten que a lo mejor se pueden coger, como por ejemplo, disputar los últimos minutos a tiempo de partido para que se juegue de verdad, porque cuando el cuarto árbitro muestra la tablilla con el descuento, ya sabemos que los jugadores buscan la manera de que no se disputen esos minutos: se van al suelo, se tiran, fingen… Luchar contra esto es complicado, pero a lo mejor sí es una solución pensar en “¿quedan cuatro minutos?, pues vamos a jugar cuatro reales; ¿te tiras al suelo?, no te preocupes, que vamos a jugar cuatro reales”, aunque su finalidad es parar el ritmo del partido y del juego. Pero bueno, son fórmulas que podríamos entender como un plus para el fútbol y para mejorar, pero otras cosas ya serían cambiar muchísimo las reglas del juego.

Apuesta también por que solo el capitán esté autorizado para hablar con el árbitro, ¿le convence?

Nosotros estamos abiertos a que cualquier jugador hable con el árbitro, siempre y cuando lo haga de una manera correcta. Lo que no puede permitir un árbitro es que cualquier jugador venga con los brazos en alto, protestando y chillando, porque al final, si yo pido que me respeten tendré que respetarte yo a ti; es fundamental que lo hagan con buenos modales y con saber estar.

Ahora, ¿que el capitán se dirija a ti? Bueno, según las reglas, es el único que tiene derechos especiales para dirigirse al árbitro y pedirle ciertas cosas. Aunque en el campo no puedes hablar mucho porque no olvidemos que el fútbol es muy rápido, si un jugador te pregunta correctamente, tú le puedes contestar. Pero lo que no puedes hacer en un campo de fútbol es mantener una conversación, porque los segundos pasan muy rápido y no puedes permitirte el lujo de dar una explicación muy larga.

«El árbitro es un deportista más, como un futbolista, tiene sus días buenos y sus días malos»

Continuamos encontrándonos con demasiada frecuencia con episodios violentos en categorías aficionadas y de fútbol base. ¿Cómo se combate esta lacra?

Es una pena. Es triste porque el niño solo está pendiente, solo sueña y no duerme por el fútbol. Al final, los padres somos lo peor de todo, porque pensamos que tenemos a un Messi o a un Cristiano en potencia que nos va a sacar de la ruina con ocho años. Lo que tienen que permitir los padres es que el niño haga deporte, crezca en un ambiente de fútbol, reciba sus valores más importantes, no se haga daño y disfrute, pero no más allá. Pero claro, como el entrenador a lo mejor no lo pone o alguien hace algún comentario de su hijo, el padre puede entrar en trifulcas y en agresiones, y esto es muy triste, porque al final el niño está viendo a su padre peleándose en la grada o insultando a otra persona. ¿Qué ejemplo estás dando a tu hijo cuando eres el espejo para él? Al final eso es feísimo, y no olvidemos que un niño de edad alevín o infantil se está formando como persona y asimilando cosas estas cosas negativas que está viendo.

Yo prohibiría a los padres ir a los partidos de fútbol y por supuesto, a los entrenamientos. Se dice que los partidos pueden ser su vía de escape, de evasión… me parece muy bien, pero que respeten a los contrarios y al entrenador, que para eso está. Al final, si tu hijo está en un equipo de fútbol es para que adquiera unos valores de seriedad, de compromiso y de respeto; si tú no haces eso, ¿cómo vas a pedir luego a tu hijo que muestre respeto?

El árbitro es el objeto de muchas de estas agresiones, y muchas veces el agredido es un joven que está dando sus primeros pasos en el oficio. ¿Teme que esto puede tener consecuencias negativas en las categorías base del arbitraje, haciendo que, por ejemplo, se animen menos chicos a arbitrar?

Afortunadamente, Asturias es una Comunidad en la que hay pocas agresiones. Esto va muchas veces por zonas: tristemente, en Andalucía y la zona del Levante hay muchas agresiones. Hay que erradicar estas cosas, porque no olvidemos que un niño que está empezando con dieciséis o diecisiete años, si ve que le pasan esas cosas, coge miedo y lo que hace es coger y dejarlo, cuando lo que quería era impartir justicia y hacerlo lo mejor posible.

Y ese padre que agrede tiene que ser consciente de que su niño puede tener la misma edad que el árbitro y entender si su hijo se equivoca, también se equivoca el árbitro. Ese chaval que está con quince o dieciséis años en el campo, pitando el partido puede ser su hijo. Hay que tener el máximo respeto a esa figura, porque hay que apoyar y animar al árbitro, no criticarle y mucho menos agredirle, está claro.

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