Quinto Penalti #14: Diego

diego martínez

El Sevilla Atlético ha vuelto esta temporada al fútbol profesional con la idea de conseguir algo más que protagonizar anécdotas. Avanzada la competición más allá de su primer acto, el filial sevillista ha dejado bien claro a base de resultados y de buenas actuaciones que su papel en esta 2016/17 no es el de estar coqueteando con el descenso.

El talento influye en la mejor o peor situación de un filial, pero no es el único. De aportar la necesaria dosis de trabajo y disciplina se encarga Diego Martínez Penas (Vigo, 1980), técnico del cuadro andaluz desde 2014. El Sevilla Atlético cuenta con la plantilla más joven de la categoría, pero también traslada a su banquillo la juventud y las ganas de crecer: solo Julio Velázquez, del Alcorcón, baja de los treinta y seis años del gallego. Hombre de club desde 2009, Martínez ha iniciado en el Sevilla una meteórica carrera que le ha hecho pasar por buena parte de la base del club y de coronar esta trayectoria

Entrenar a un equipo filial en el mundo del fútbol profesional no es un reto sencillo, pero sí apasionante para un Diego Martínez que señala que una de las claves de su gestión de este particular vestuario pasa por hacer entender que el peso conjunto manda sobre la ambición individual. Todo ello, sabiendo que es imposible ascender; su techo, por ahora, ya ha sido alcanzado.

El equipo se encuentra asentado en la media tabla gracias, en parte, a un fantástico arranque liguero. ¿Qué balance hace de este primer tramo de temporada? ¿Esperaban estar tan tranquilos?

Para mí, la palabra ‘tranquilidad’ no existe. Estamos muy contentos con el nivel de juego que ha exhibido el equipo durante estas jornadas, con partidos brillantes, con otros no tan brillantes pero donde hemos sido competitivos y con algún partido malo o desacertado que, evidentemente y como todos los equipos, también tenemos. Al ser un filial, somos diferentes al resto de veintiún equipos, y creo que el primer objetivo que teníamos al principio de temporada, que era poder estar en disposición de luchar por los tres puntos en cada partido, lo hemos conseguido.

Luego, efectivamente, creo que empezamos la primera fase de la temporada con un buen nivel de juego, aunque no reflejado en los resultados que tuvimos en las cuatro primeras jornadas –tres empates y una derrota; el Sevilla Atlético no ganó hasta la quinta–. Creo que luego hubo una fase brillante entre las jornadas 5 y 16 donde hemos tenido los mismos números que el Levante, no solo en partidos ganados, empatados y perdidos, sino también incluso en goles a favor y en contra; es decir, fuimos uno de los mejores equipos en ese tramo. Y ahora en esta fase, hemos encadenado pocos puntos en relación a lo que habíamos hecho anteriormente: de los nueve últimos partidos, hemos jugado cinco fuera de casa, y es verdad que es nuestra peor fase en lo que a puntuación se refiere, aunque creo que hemos tenido muy buenos partidos, como el día del Oviedo –victoria para los andaluces por 5-3– o del Rayo en Vallecas, donde estuvimos a punto de ganar –los locales lograron el gol del empate en el minuto 87–.

En definitiva, si hacemos un balance general, creo que esto es lo normal. Ni somos un equipo de primer o segundo puesto de la tabla, como en algún momento habíamos hecho registros, ni tampoco un equipo que, como ahora, no ha tenido tanto botín en cuanto a puntos. Pero siempre, insisto, hemos sido un equipo con una personalidad de juego muy clara, con una identidad bien definida y conscientes de que unas veces las dinámicas será más positivas y otras más negativas, como es tan común en esta categoría.

Recién rebasado el ecuador de la competición, y con el objetivo de abandonar este bache, ¿cómo se prevé este segundo acto de la temporada?

Más que de salir del bache, a mí lo que me gustaría es volver a encontrarnos con nuestra mejor versión, y para ello necesitamos mejorar pequeños detalles en el juego, por un lado. Por otra parte, los buenos resultados, cuando los consigamos de nuevo, nos van a dar ese impulso de confianza, ese impulso anímico que cualquier deportista nota y más todavía si es joven. Y el tercer factor que hay que tener en cuenta es que debemos entender que en esta segunda vuelta van a ser partidos mucho más cerrados, con equipos menos abiertos y donde los pequeños detalles o el saber competir en los momentos de adversidad, el tener esa fuerza mental de saber sufrir cuando toque sufrir y aprovechar cuando seas capaz de ser mejor que el rival va a ser clave.

«Aspiramos a que cada jugador tenga su mejor nivel en cada partido, pero es propio de la juventud que haya cierta inestabilidad»

¿En qué influye tener una plantilla tan joven?

No solo es el hecho de ser jóvenes, sino que el salto que hay hasta la siguiente plantilla en cuanto a promedio de edad creo que es de seis años, es decir, es una barbaridad. Digamos que el segundo equipo más joven –el Valladolid– tiene unos veintiséis años de media, cuando nosotros tenemos veinte con algo.

Esto tiene una cuestión negativa que evidentemente es un peaje que tienes que pagar: el ser inexperto, entre comillas, en la categoría. Esta es una liga muy igualada, donde hay mucha paridad entre los equipos, a excepción a lo mejor del Levante y del Girona. Por tanto, el mantener la atención durante todos los partidos o el ser capaces de tolerar un partido feo que no va acorde a tus características, además de la propia idiosincrasia del jugador experto que sabe manejarse en todo tipo de escenarios y situaciones, es un peaje que evidentemente con una plantilla joven tienes que pagar. Además, esto te obliga a ir al límite de tu límite, y cuando vas al límite de tu límite es más difícil ganar, por ejemplo, los duelos individuales o ser capaz de imponerte por un detalle en un partido, porque no eres capaz de plasmar tu potencial o tu talento con una calidad tan alta.

Todo esto digamos que es lo negativo, junto con la propia irregularidad, entre comillas. Digo lo de las comillas porque yo estoy muy contento con mi equipo, ya que en ese sentido, para ser una plantilla tan joven, somos un equipo bastante atento y bastante regular. Pero me refiero a irregularidad en cuanto a la estabilidad del rendimiento. Yo, como entrenador, intento tener tolerancia con los jóvenes, con sus procesos y con sus momentos, porque tampoco puedes cargar sobre un jugador joven la responsabilidad de que le tenga que exigir un determinado nivel todos los partidos. Aspiramos a que tenga su mejor nivel en cada partido, pero es propio de la juventud que haya cierta inestabilidad en sus momentos de juego, y eso creo que es algo con lo que tienes que convivir, algo que muchas veces no es fácil porque el jugador se puede angustiar o perder confianza, así que es una labor más compleja en ese sentido.

diego martínez

Aunque dicho lo negativo, me quedo también con muchas cosas positivas. Tengo la suerte de tener un equipo que quiere comerse el mundo y que tiene una ilusión tremenda por jugar y por formar parte del fútbol profesional de una forma consolidada. Creo que ese es un factor muy positivo para nosotros, porque la motivación del día a día, la capacidad de superarse en cada entrenamiento o el hecho de querer ser jugador profesional también es un estímulo motivacional que debe ser entendido como una fortaleza en ese sentido que tiene todo equipo joven.

En términos competitivos, el Sevilla Atlético es esta temporada el mejor filial de España. Es el único que forma parte de la lista de equipos de la Segunda División y, por tanto, se encuentra en su techo competitivo. ¿Cómo se motiva a un equipo que no puede ascender?

Somos el único filial que está en categoría profesional, y eso en sí mismo es evidentemente un éxito. Pero de ahí a pensar que somos el mejor filial de España me resulta un poco atrevido. Nosotros estamos muy orgullosos de estar en esta Segunda División, de haber conseguido un ascenso que era una quimera a principio de la temporada pasada y sobre todo, de la forma en que lo conseguimos.

Particularmente, yo soy de los que piensa que una de las claves de este filial, y no hablo de todos en general, sino del que yo entreno, es que esa motivación va mucho más allá. Como les digo a ellos, y ellos también comparten esta creencia, «fijaos si nos jugamos cosas, que nos jugamos una trayectoria profesional, un proyecto de vida deportiva»; esto creo que es más importante que una temporada. A mis jugadores, el hecho de poder jugar en Segunda y mostrarse al mundo les puede significar que tengan un futuro en el fútbol profesional, y eso para mí es una motivación intrínseca, muy fuerte y que hemos utilizado.

«A mis jugadores les digo: «fijaos si nos jugamos cosas, que nos jugamos una trayectoria deportiva». El hecho de jugar en Segunda puede significar que tengan un futuro en el fútbol profesional»

La otra cuestión es que seamos un equipo de fútbol, un equipo con mayúsculas, con unos valores de convivencia y donde el conjunto esté por encima de todos nosotros, hasta del entrenador. Es decir, todos tenemos que aportar nuestro talento al bien del colectivo, y garantizo que eso es lo más difícil en un filial. Conversando el otro día con un seleccionador, hablábamos de que hacer que una selección o un filial jueguen, sientan y convivan como un equipo es de las cosas más difíciles por diferentes motivos. Uno de ellos puede ser el tiempo que pasan juntos, y en nuestro caso, porque muchas veces parece que están a puntito de acceder al primer equipo y toda la información que les llega de su entorno es que su proyecto individual es más importante que el equipo.

En ese sentido, les estoy muy agradecido a mis jugadores, porque llevo tres años con ellos y esos valores se han implantado desde el primer año, hemos conseguido hacerlos crecer y cultivarlos en el segundo, y en ese mismo año, y dándoles continuidad en este tercero, se convirtieron en la clave del éxito. Sentir como un equipo y ser fieles a unos valores es realmente difícil, francamente, en el mundo actual, y ya no solo me refiero a un filial o a un equipo de fútbol sino a la sociedad, donde parece que el proyecto individual y los egos están por encima del proyecto común, e insisto en que le estoy muy agradecido a este equipo porque no solo ha llevado esos valores a su máxima expresión, sino que los ha cultivado y los ha hecho fuertes.

El año pasado, por ejemplo, nosotros hacemos el gol del 0-1 en Lleida –en la ida de la última eliminatoria del playoff de ascenso a Segunda– en una jugada ensayada. Es una falta en la que quien hace un movimiento para bloquear al defensa es el máximo goleador del equipo –Carlos Fernández–, y eso que puede pasar un poquito desapercibido es muy importante: el máximo goleador del equipo es capaz de realizar un bloqueo para habilitar el gol de un compañero. Yo creo que eso ejemplifica muy bien lo que somos y, sobre todo, lo que hemos pretendido ser para llegar hasta aquí.

Dice que su equipo es «diferente» a los demás de Segunda. En el debate sobre una eventual liga de filiales, ¿cómo se posiciona usted?

Yo estoy disfrutando muchísimo del momento actual, muchísimo. En sí misma, la Segunda para un entrenador es muy exigente, pero es muy instructiva. La estoy disfrutando muchísimo porque encima he conseguido debutar y jugar con un equipo y unos jugadores con los que he ido de la mano, con los que hemos crecido cuando nadie daba un duro por nosotros, por así decirlo, y que además están haciéndolo bien.

Para mí, esto es algo muy bonito, pero si se me pregunta a medio o largo plazo, y como hombre de fútbol que tiene la experiencia de entrenador de un filial, yo creo que una liga de filiales sería algo interesante para probar en España. Con unas reglas, unos matices o una normativa diferente a la que tienen en Inglaterra, creo que sería muy atractiva y creo que a la afición española le gustaría mucho. Primero, creo que la Segunda B y la Tercera son muy, muy, muy complicadas para un equipo filial, porque te exigen unos argumentos futbolísticos que se alejan en muchos casos de lo que necesitas para hacerte competitivo para la Primera División. Y luego lo que es una realidad, y a los últimos diez o quince años me remito: la trayectoria de los filiales en Segunda es poco sostenible en el tiempo.

«Con una normativa distinta a la inglesa, una liga de filiales en España sería muy interesante»

Entonces yo creo que la liga de filiales, con una normativa propia y adaptada a nuestra idiosincrasia y gustos como aficionados, sería muy interesante porque aparte creo que a medio y sobre todo largo plazo sería muy positiva para nuestros jugadores.

Entiendo que entrenar a un filial requiere de una política de rotaciones un poco más generosa, para ofrecer a todos sus jugadores la oportunidad de ponerse a prueba. ¿Cómo se lleva a cabo esta?

Nosotros tenemos un valor instaurado desde que llegamos: juega el que más se lo merezca, independientemente del DNI, de la procedencia, de si es un fichaje, de que el año pasado haya jugado más o menos, de que haya empezado la temporada sin ir convocado, como Fede, que luego lo ha hecho bien y se ha quedado… Pozo tenía diecisiete años cuando hizo la pretemporada con nosotros, y si está en disposición de estar en el once titular, va a estar en el once titular. Es decir, yo creo que es muy importante que el grupo y el equipo sientan que juega el que más se lo merece y que eso tiene premio.

Los tiempos en cantera son diferentes a los del primer equipo, uno no puede equivocarse en los valores fundamentales: por mucho que tú creas que un jugador tiene potencial, si no se merece jugar por las circunstancias que sean, ya sea porque no está a buen nivel, porque no explota sus condiciones al máximo, porque no tiene integrada la identidad de juego del equipo o simplemente porque en este momento no está acertado, creo que le haces un flaco favor regalándole minutos si realmente no se los merece.

No obstante, y pongo aquí una salvedad, no podemos confundir esta situación con la que se suele dar mucho con los jóvenes de un jugador que está rindiendo bien pero por lo que sea, por su nivel de maduración o porque tiene un gran potencial pero su nivel de confianza no le permite estar en ese momento con los niveles de rendimiento óptimos se le deje completamente si jugar. Son dos situaciones completamente distintas.

De todas maneras, si se integra la conciencia de que juega el que más se lo merece, puedo garantizar que a final del año, y con esto hablo de treinta o cuarenta partidos, nuestros jugadores de potencial de primer equipo siempre tendrán un número de minutos muy alto. Este ejemplo me llama mucho la atención: el primer año en Segunda B –llegó al Sevilla Atlético en verano de 2014– nosotros éramos el equipo más joven de los cuatro grupos y de toda la historia del Sevilla, y me llamó la atención que hubo una fase en la que jugadores como Borja Lasso o Carlos Fernández no estuvieron a su mejor nivel por momentos. Parece que es la típica frase de «estos jugadores se han quedado», y eso es muy injusto porque no era así, eran jugadores que nosotros creíamos que tenían un gran potencial, que se merecían jugar aunque no estuviesen a su mejor nivel en ese momento porque la oposición no se lo permitía o porque la dificultad de la categoría hacía que no pudiesen manifestar todos sus argumentos, pero esos jugadores jugaron a final del año treinta y cuatro o treinta y cinco partidos. Pero claro, eso puede tener un peaje en forma de resultados y de rendimiento colectivo en lo que es el nivel competitivo de la categoría, por esa juventud, esa evolución prematura, esa inmadurez o como se le quiera llamar. Esta es una de las dificultades de entrenar a un filial, encajar todos esos aspectos.

¿Cómo es la relación con Sampaoli y con el cuerpo técnico del primer equipo?

La verdad es que hay una comunicación muy fluida, una magnífica relación y por supuesto, un seguimiento tanto por parte de Jorge como de su equipo técnico. La comunicación con ellos es semanal, o me atrevería a decir que diaria, sobre los jugadores, el equipo y todo nuestro trabajo. Todo va con mucha naturalidad, y la verdad es que es algo de agradecer.

¿Cree que alguno de sus jugadores tiene las suficientes condiciones para consolidarse en el primer equipo en un futuro o incluso de poder la talla ahora?

Yo creo que sí, lo que ocurre es que la experiencia me dice que el talento y la capacidad, que son los dos factores más importantes en cantera, tienen que acompañarse de la circunstancia. Pongo como ejemplo a los dos porteros del primer equipo, Sergio Rico y David Soria, que comenzaron jugando con el filial los cuatro o cinco primeros partidos de la temporada, Sergio el primero –en la 2014/15– y David los cinco primeros –en la 2015/16–. En ambos casos, por lesión, por sanción o por lo que fuese, las circunstancias hicieron que se les abriese una puerta, y ellos las aprovecharon.

«Lo importante es que seamos un equipo, un equipo con mayúsculas. Todos tenemos que aportar nuestro talento al bien del colectivo, y garantizo que eso es lo más difícil en un filial»

En ese mismo sentido, podemos hablar anteriormente de Alberto Moreno: hay una semifinal de Copa del Rey contra el Atlético de Madrid –en la 2012/13–, está sancionado Fernando Navarro, tiene que entrar, lo hace bien y se asienta. Pensando en este año o en el anterior, también podemos hablar de jugadores como Diego González, que ha jugado la final de Supercopa de 2016 y ha participado en Liga; Borja Lasso; Carlos Fernández, que desgraciadamente se ha lesionado y estaba empezando a tener un espacio en el primer equipo, siendo titular en San Mamés y marcando el gol de la victoria contra el Las Palmas… Las circunstancias se dieron y ellos las aprovecharon, aunque luego en el caso de Carlos las propias circunstancias luego le fueron desfavorables, y eso evidentemente condiciona mucho.

El otro factor que creo que también es importante es que cada jugador tiene sus procesos. Es decir, los tiempos de cada uno son diferentes, y yo creo que hay que tener cierto respeto y cierta sensibilidad con el proceso de cada jugador. Hay quienes necesitan poco tiempo en el filial y enseguida debutar, otros necesitan más tiempo en el filial, otros necesitan una cesión, otros necesitan salir del club, desarrollarse fuera y volver… cada jugador tiene sus momentos y sus procesos, y muchas veces esos momentos y esos procesos no van de la mano con lo que piensan el aficionado y las personas del fútbol. Muchas veces esos procesos no son compatibles, y la experiencia me dice que sí es importante tener sensibilidad, respeto y también paciencia.

Monchi no cesa de acaparar elogios por la exitosa política de fichajes que ha sabido implantar en el primer equipo, pero tras el ascenso, el Sevilla Atlético también realizó algunas incorporaciones. ¿Cuál fue su papel en la confección de la actual plantilla del filial?

Monchi lo es todo en el Sevilla. Yo llevo ocho años aquí, él fue la persona que me dio la confianza y que me contactó para firmar aquí, y le está siempre eternamente agradecido. Los que conocemos el día a día del club sabemos que es mucho más que un director deportivo, por todo lo que aglutina, lo que engloba y porque es también canterano, además de sevillista, y esa condición hace que para él el filial sea también especial.

Y evidentemente, Monchi es el que marca nuestra política deportiva, en el sentido de, por ejemplo, no firmar jugadores de más de veintidós o veintitrés años. Hemos mantenido el núcleo duro del equipo, al final el ochenta por ciento son jugadores que han ascendido con nosotros a Segunda; no todos, porque por ejemplo tanto Tena como Martínez hubiesen seguido con nosotros, pero por circunstancias del fútbol salieron y firmaron uno por el Real Madrid Castilla y otro por el Barcelona B. Luego, se incorporaron jugadores que nos pudiesen ofrecer un potencial rendimiento en medio o largo plazo, y esto es otra de las cosas complicadas de un filial: nosotros nos autoimponemos la norma, que yo veo acertada, de ser un filial puro en cuanto a la edad, así que te estás autolimitando, entre comillas, en un margen de mercado porque entiendes que tiene que ser así, es una cosa que va con nuestros valores y con nuestra esencia. Pero esto también hace que los mejores jugadores de esa edad o los tienes tú, o están en equipos ‘top’ y ya no puedes acceder a ellos, y tienes que acceder a otro escalón de jóvenes futbolistas que son apuestas a medio o largo plazo. Esta apuesta a medio o largo plazo también encarece mucho el producto, porque son valores jóvenes que no sabemos todavía cómo van a evolucionar.

«Los tiempos de cada jugador son distintos y merecen respeto»

A partir de ahí, entendíamos que hay jugadores que venían a desarrollarse con nosotros, manteniendo el grueso de jugadores que han ascendido; de hecho, el ochenta o noventa por ciento de los miembros de las alineaciones llevan con nosotros siete, ocho o nueve años. Y luego, los jugadores que hemos incorporado que tengan su tiempo, su proceso y también la tranquilidad de que vayan integrándose en la identidad de juego del equipo, a la ciudad, idioma, compañeros y a la propia categoría en sí misma, porque no es lo mismo jugar en Sudamérica que hacerlo en la Segunda División española. Tampoco es lo mismo integrar a un jugador joven dentro de una estructura de jugadores expertos, como son el resto de veintiún equipos, que integrar a un jugador joven dentro de una estructura formada por jugadores también muy jóvenes y a la par mantener un rendimiento estable. Encajar todo esto es un encaje de bolillos muchas veces.

Siguiendo con Monchi, en el pasado mercado invernal fichó para el primer equipo a un central de futuro, Clément Lenglet, de solo veintiún años. ¿Cómo debe tomarse un central del Sevilla Atlético el fichaje de un jugador de su edad y posición?

El caso de Lenglet es curioso. Hace dos años estuvimos siguiéndolo, pensando en la posibilidad de incorporarlo para el filial, así que digo eso de curioso porque no habría extrañado para nada haberle visto jugar con nosotros.

Sobre la pregunta, si tú quieres ser el mejor, tienes que saber competir contra los mejores, y ese es otro de los valores que hemos abrazado como equipo. Lo hablo con los jugadores: nosotros tenemos la suerte de estar a veinte metros de la Champions, y eso en sí mismo es una motivación muy grande, pero evidentemente como filial también tenemos que aceptar que sucedan situaciones de este tipo. Pero en cuanto a la motivación, creo que los procesos de los futbolistas de su edad y posición son independientes a que se firme a Lenglet o no. Al final, ellos tienen que rendir al máximo, conseguir evolucionar como jugadores y si están a su mejor nivel, su mejor nivel les hará competir contra Lenglet, contra Fazio cuando estuvo en su momento o contra Julien Escudé, el que sea –todos fueron defensas fichados por el club en el mercado de invierno; Escudé en 2006 y Fazio en 2016–.

diego martínezEsa es realmente la mentalidad ganadora y la de un jugador competitivo que pueda jugar en la élite. Cuando uno está en el más alto nivel, en todos los equipos va a haber un Lenglet, es decir, un jugador con unas prestaciones muy altas contra el que vas a tener que competir. Por lo tanto, también es una buena forma de entrenarse o una buena forma de asimilar lo que es el fútbol profesional y cómo el factor mental tiene que estar focalizado a tu mejora y a dar tu mejor versión, sin compararte con nadie. Porque si hoy en día hay un jugador que ha evolucionado y que se encuentra a un mejor nivel que tú, a lo mejor dentro de año y medio o de dos años es totalmente a la inversa, y hay muchos ejemplos al respecto.

Todo esto está también relacionado con los procesos y tiempos de cada jugador. A lo mejor, el aficionado piensa que ahí se le ha cerrado una puerta a Diego González, o a Álex Muñoz, o a Cristian, o a Bernardo, y a lo mejor esa puerta no se les ha cerrado, porque su proceso es independiente a que llegue Lenglet. A lo mejor ellos necesitan desarrollarse por otro lado y dentro de seis, siete u ocho meses… o cuatro… o dos…, no lo sabemos, el estatus dentro de la plantilla o del mundo del fútbol puede ser distinto. Esta es otra más de las peculiaridades y dificultades del desarrollo del talento.

Esta es una década que ha encumbrado a muchos entrenadores de filiales. Hablo de los Guardiola, Zidane, Luis Enrique o incluso Eusebio Sacristán, que tras haber pasado por los banquillos de equipos ‘B’, ahora son importantes dentro de la profesión. ¿Piensa que estar en este equipo y en esta situación supone un trampolín para su carrera?

Todos esos son entrenadores a los que tengo un respeto brutal, así que la pregunta me coge un poco en fuera de juego… me ruboriza un poco compararme con ellos. Yo soy un entrenador que no ha sido jugador profesional como ellos, y mi trayectoria y mi camino los he desarrollado a base de estar entrenando desde los veinte años. Tengo treinta y seis años, así que ya son dieciséis a base de mucho esfuerzo, mucho barro y mucha trinchera, si se me permite la expresión, en muchos tipos de categorías. Y la verdad es que las cosas me han ido muy bien, siempre he podido ir subiendo escalones y ganándome la confianza para que me propusiesen retos para subir escalones año tras año.

«Siempre pensé que mi método de trabajo tenía que estar por encima de la categoría donde estuviese entrenando»

Yo nunca pensé en cuál iba a ser el siguiente paso, pero sin embargo, siempre pensé que, primero, mi método de trabajo tenía que estar por encima de la categoría donde estuviese entrenando, y cuando me refiero a método de trabajo quiero decir dedicación, recursos dentro de las posibilidades del club o profesionalidad: es independiente de que yo estuviese entrenando en Segunda División, como estoy ahora, o que estuviese entrenando a cadetes. Otra de mis máximas es que yo me tenía que sentir siempre preparado para afrontar cualquier tipo de reto.

Me ha ido bien con esta filosofía y sigo en ella: no sé cuál va a ser mi siguiente paso, estoy disfrutando mucho con lo que tengo, pero sí que me siento preparado para afrontar cualquier otro tipo de reto. Y evidentemente, como todo profesional, uno siempre aspira a crecer, a mejorar y a seguir subiendo escalones como entrenador. En ese sentido, esa ambición, entendida en el buen sentido de la palabra como mejorarme a mí mismo, hace que cada día intente ser mejor entrenador y cada temporada que pase intente ser mejor, y ojalá mi trabajo de hoy, como me ha ocurrido en el pasado, suponga un mejor futuro o unas mayores oportunidades con retos de mayor calado, si se permite la expresión. Aunque para mí, el hecho de entrenar al Sevilla Atlético en Segunda es lo máximo para mí actualmente, pero siempre preparado para el futuro, como cualquier profesional.

Dentro de ese futuro, ¿sueña con entrenar al Sevilla algún día?

Eso sí que es verdad que no lo pienso. Creo que todo tiene su momento, hay un momento para cada cosa y una cosa para cada momento. Y no sé lo que va a suceder en el futuro, ni sueño con algo concreto. Sí sueño con lo que digo, con mejorar, con que cuando me llegue la oportunidad, el reto que sea y donde sea, estar preparado y aprovecharlo y sacar el máximo partido.

Le tengo muchísimo respeto tanto a Unai Emery como a Jorge Sampaoli; aprendo, los admiro y crezco con ellos cada día. Y si en el futuro esa oportunidad me toca, la aprovecharé, y si no, seguiré trabajando igual de feliz y de contento… Pero nunca he hecho eso de concretar y me ha ido muy bien, y como quiero que me siga yendo muy bien, no lo voy a hacer ahora –ríe–.

Lo comentaba anteriormente: usted tomó la decisión con solo veinte años de poner fin a su trayectoria como jugador y pasar a ser entrenador, cortando cualquier opción de ser futbolista profesional. ¿Tenía tan claro en ese momento que su lugar estaba en los banquillos?

Como jugador, yo había estado nueve años en las categorías inferiores del Celta y luego pasé a Tercera División. Es verdad que el balón no me hacía todo el caso que a veces me gustaría –ríe–, sin embargo, veía que mi dedicación, mi actitud y mi profesionalidad no iban acorde con mis capacidades como futbolista. Estaba estudiando INEF en Granada y a mí siempre me ha apasionado el mundo del fútbol porque es mi pasión. Todavía como jugador, con diecisiete o dieciocho años, iba a congresos, me preparaba o siempre estaba pendiente del mundo del entrenamiento.

Con veinte años, me surgió la posibilidad de poder entrenar a cadetes y me lancé, porque creía que tenía más proyección y más futuro, y digamos que mis capacidades como entrenador iban más de la mano con mis sueños y mi profesionalidad; podía alcanzar más cosas por ahí. La verdad, creo que fue una decisión muy acertada porque me permitió alimentar mi pasión, conocer más en profundidad las claves del juego, los códigos de la profesión, el poder desarrollarme en el oficio de entrenador por diferentes categorías, con diferentes grupos e incluso en diferentes roles, porque también estuve de entrenador asistente en el primer equipo.

Mirando hacia atrás, si me hubiesen planteado otra vez con veinte años la posibilidad de elegir cómo me gustaría desarrollarme como entrenador durante los próximos quince años, creo que no hubiese elegido mejor que como me ha tocado vivir. Soy un afortunado porque me ha ido surgiendo cada cosa en su momento, diferentes roles, diferentes perfiles, diferentes retos, y he tenido la posibilidad de superarlos.

«Hay una comunicación muy fluida y una magnífica relación con Jorge Sampaoli»

Yo sé cuál es mi perfil y que mi camino es diferente al de un exjugador profesional; ni mejor ni peor, yo en ese debate ni entro ni participo porque creo que al final el buen entrenador puede serlo de muchas maneras. Al no tener un pasado como futbolista, yo sabía que no tenía que cumplir objetivos, sino superar expectativas en cada proyecto, y eso era lo que me podía ir abriendo puertas. Y afortunadamente hasta el momento, esas puertas que se han ido abriendo las he ido aprovechando.

Lo que digo, no solo es cumplir objetivos, sino superar expectativas, esa mentalidad me ha llevado a más, a más, a más y a disfrutar del momento; sé que el fútbol es presente y el mundo de los entrenadores más. Ya que antes hemos hablado de él, cuando yo llego al Sevilla, Monchi dice una frase en una entrevista: «entre el «¡Monchi quédate!» y el «¡Monchi vete ya!» son dos partidos», perdidos evidentemente; y yo para mí pensé, «joder, pues si este está así, que lo ha ganado todo, ¡cómo estaremos los demás!». Este es mi modo de pensar, es decir, si Monchi lo ha ganado todo, es el número uno y uno de los profesionales del fútbol que donde quiera y con quien quiera va a tener empleo el año que viene, y aun así piensa de esa manera, cómo estamos los terrenales –ríe–…

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